Miguel Hernández Urbán
MTRO. MIGUEL HERNÁNDEZ URBÁN
(16 DE DICIEMBRE DE1936 – 13 DE NOVIEMBRE DE 2017)
LA VIDA COMO OBJETO DE ARTE
Por Lic. Esperanza Badillo Godínez.
Hay gente que nace con un instinto predominante, una vocación o simplemente un deseo que despierta en cuanto empieza hablar o decir. Así es Miguel Hernández Urbán, artista plástico que nace en 1936 en Tultepec, Estado de México, en una tierra donde se forjan personas, tradiciones, movimientos musicales, que a menudo trascienden más de lo esperado, y es en ese universo, en que nuestro personaje es también un ejemplo, un símbolo, una predilección arraigadamente popular.
El maestro Miguel ha confesado, que su arte está íntimamente ligado a ese terruño, ”lugar de fuegos artificiales que son color, luz y diseño”, donde ha pasado toda su vida.
Sus recuerdos de infancia, giran en ese mundo, donde los gritos del “que va a llevar güerita”, el sabor a fruta fresca, a cebolla y ajo, llevan a esos “mercados sobre ruedas”, donde sus padres, Brígido Hernández y doña Elvira Urbán son fundadores.
Su adolescencia está marcada por un amor de juventud, hacia una mujer muy bella, comerciante como él. La timidez lo alejaba de ella y no se atrevía hablarle de sus sentimientos, hasta que un día decide escribirle una carta, y se la entrega en un viernes, día de plaza en Zumpango, donde en esas líneas manuscritas le pedía ser su novia.
A los 8 días, la doncella pretendida, le entrega la respuesta en un sobre blanco, donde le dice que sí acepta ser su novia. El entonces Miguel adolescente decide no volver a verla. ¿Por qué? Sí ella ya lo había aceptado. La razón, es que lleno de vergüenza, al darse cuenta de que lo que escribió en su misiva, había palabras tan elementales con faltas de ortografía y mala redacción, mientras que la fiel enamorada tenía una letra tan bonita con una redacción y ortografía impecable, que le valían para decirle cosas tan bellas y tan poéticas…
La anécdota anterior retrata la naciente personalidad de nuestro artista que sacrifica su primer amor en aras de la perfección.
En 1954, influenciado por la tradición musical de su pueblo, toca las puertas del Conservatorio Nacional de Música, dispuesto a ingresar, ya que tenía el sueño de llegar a ser compositor. Literalmente las puertas le cierran sus aspiraciones musicales.
Durante un paseo por el entonces barrio universitario de la ciudad de México, llega a la imponente fachada neoclásica de la Academia de San Carlos, donde ahí sí encontrará lugar para su realización como artista plástico.
Su formación está influenciada por la escuela mexicana de pintura y bajo el cobijo de grandes maestros: Ignacio Asúnzolo, Luis Ortiz Monasterio, siendo éste el iniciador de la escultura moderna en nuestro país.
Hernández Urbán se siente orgulloso de haber sido ayudante de David Alfaro Siqueiros y de José Chávez Morado. También fue alumno de pintura de Antonio Rodríguez Luna.
Su paso por la histórica Academia no fue fácil, sus compañeros lo superaban ampliamente en el dibujo. Incluso está vivo el recuerdo donde se relata que el profesor de pintura le dijo que no servía para pintor, que se olvidara del arte. Aún con esa adversidad, el comentario no hizo mella en el estado de ánimo de nuestro estudiante, pues al contrario, nació una necesidad de superarse.
En 1969, el gobierno francés le concede una beca, gracias tantito a la suerte como a la perseverancia de nuestro personaje, ya que éste veía que casi todos sus compañeros se iban becados a Francia. Surge la pregunta: ¿por qué no ir yo también?.
Así que atrevido, toma un teléfono público para hablar ni más ni menos en línea directa a la oficina del rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, el Dr. Nabor Carrillo Flores, para solicitar atentamente una carta de recomendación para la anhelada beca.
Cuál sería la sorpresa de Miguel, cuando se entera que quién le contesta es el mismo rector de la UNAM, y sobre todo al escuchar la esperada respuesta: “No puedo darle esa carta, porque usted ya se va becado a Francia”. Resulta que en ese momento el Dr. Carrillo Flores era el Presidente del Consejo de Becas en el país, y él por facultad propia así lo había decidido.
A los 33 años, Miguel Hernández emprende el viaje hacia París, y es en ese ambiente bohemio, en el vagabundeo, en las caminatas nocturnas a orillas del Sena y también en la soledad, donde se define el estilo en el proceso creativo de nuestro artista, con temas fundamentales: el amor, la mujer y el erotismo.
Muestra de ello es la escultura en acero inoxidable, intitulada “Tehuana”, que define preciso la admiración de Hernández Urbán hacia el sexo femenino. “Es un homenaje de amor y admiración hacia la mujer….hacia la mujer tehuana por su indiscutible trascendencia”.
La escultura gira entre la magia y la fantasía al son de la Sandunga del poeta Máximo Ramón Ortiz, ritmo y canto sublime que identifica a los tehuanos de la cama a la tumba.
El artista reconoce que en esa escultura ha quedado plasmada la figura de la mujer del Istmo de Tehuantepec, por su propia vestimenta única en su género y por los detalles y acabados que se mueven en la rabona, los olanes y el huipil.
Carlos Cano, cantautor nacido en Granada, ha escrito que: “ la música me dio herramientas para el amor, fuego por dentro, instinto, rebeldía, compromiso, bastón de ciego, magia, utopía, mar de sueños, transparencias, corazón, estrellas que leer, melancolía, silencio ….mientras que yo sólo puse el viento…”
Y a Miguel Hernández Urbán, ¿qué le ha dado el arte?
“La escultura y la pintura me dan alientos para buscar otros espacios de contemplación. Porque venir al mundo no es venir a sufrir trabajando, porque en un ambiente como el nuestro, al trabajo se le teme, se le ve como un castigo, porque no hacemos lo que nos gusta, si todos hiciéramos lo que nos agrada, el trabajo se convertiría en una bendición de Dios. En este sentido, la música, la plástica, deben ayudar a la imaginación. El trabajo cotidiano debemos realizarlo con alegría y placer”.
Desde esta perspectiva, la obra de este artista mexiquense está llena de una visión optimista del mundo, donde se atreve a transgredir, a explorar y a experimentar con técnicas innovadoras.
En la actualidad sus temas son abstractos, de líneas, color y textura. Plena evolución del artista que define un estilo único, que empieza con una etapa formativa, donde en la escultura se da en una solución muy simple, misma que luego se integra a la pintura, donde ya hay una solución formal del figurativo, hasta llegar a un estilo definido y propio.
Sus creaciones actuales, están lejanas de todo convencionalismo comercial, basadas en la observación de la naturaleza y del entorno social.
Paulo Coelho ha escrito que la “energía que muchos llaman amor es la materia prima con la que se construyó el universo. Es en esa energía donde reside todo nuestro aprendizaje en la vida”.
¿Cómo surge en la obra de Miguel Hernández, el amor y el erotismo?
Dejemos que nuestro autor nos dé la respuesta: “De que estoy vivo y sano, y de que te completa la relación amorosa. Tiene que ver con los placeres visual y táctil. Si hay algo que te produce un goce, es algo que quieres tocar, de lo que quieres envolverte. Eso es norma. Es vivir el amor intensamente. Como tema, ahora desarrollo, a la pareja, a la familia, al propio erotismo, que concibo como algo que se disfruta y que puedes ver. No llego - en mi obra- a la agresión formal ni temática. He pintado sexos y parejas haciendo el amor, pero lo más importante es que lo puede ver todo el mundo”.
Su obra, ha sido objeto de múltiples reconocimientos, en 1987, recibe la presea Estado de México en Artes Plásticas y apenas en el 2012, el ayuntamiento de la Ciudad de Toluca le organizó una retrospectiva de su obra, a través de la exposición 75/50, que alude a sus 75 años de vida y a sus 50 de quehacer artístico.
En esa re-visión, se da una antología muy completa, una síntesis de todos los campos explorados en la trayectoria de este pintor/escultor.
Y es en los preparativos de esta magna exposición, en el ir y venir a Toluca, cuando fortuitamente se entera que en la Comunidad de las Lajas, en el municipio de Aculco, Estado de México, una escuela primaria lleva su nombre. “Lo ignoraba por completo. No lo sabía. Cuando me enteré fue una impresión muy agradable, saber que alguien se ocupe de ti”.
El deseo de experimentar con nuevas técnicas y la concepción de Hernández Urbán sobre el quehacer de la escultura y el material que se emplea en su elaboración, hizo que la vida de este artista diera un giro.
Observador por naturaleza y sobre todo inmerso en los complejos industriales que acechan a Tultepec, nuestro escultor estudió las cualidades del acero inoxidable, para llegar a la conclusión que ese material tiene una elevada resistencia a la corrosión, y que sus componentes tienen diferentes usos: en el hogar, en la industria, en la ciudad y hasta en el arte. Ante esto, nuestro personaje decide “apropiarse de las cualidades de ese metal” para crear obras monumentales de escultura.
Durante décadas, la escultura mundial y sobre todo la escultura a nivel nacional, habían entrado en un proceso, con aportaciones y rupturas, dejando atrás las continuidades. Así en un mero examen, se encuentra que la tendencia en la escultura fue el paulatino abandono de la masa monolítica, y la inserción de un espacio real entre las masas, de planos, hasta llegar a lo que se ha dado en llamar escultura transitable, es decir aquella que se acerca a la arquitectura y sensible a la percepción corporal de los espacios abiertos, privilegiando la relación del hombre con el medio ambiente, un tema fundamental en nuestro tiempo.
Y como en la “guerra, el amor y en arte todo se vale” nuestro artista experimentó las “cualidades de este material que lo mismo refracta la luz solar, haciéndola un objeto vivo que en el día forma y juega con diferentes matices. Además es un material ligero, fácil de trasladar, resistente y maleable y con el que se pueden hacer esculturas en gran formato y se conservan intactas en el exterior. Ya que por ejemplo el acero pintado – acero al carbón – tiene formas volumétricas y geométricas que muchas veces no armonizan con el medio”.
En esa búsqueda constante por lograr su propio estilo, la escultura monumental en acero inoxidable, rompe tajante con la escultura clásica mexicana, abundante de rezagos y héroes posrevolucionarios.
Y es en Tultepec, a iniciativa de Hernández Urbán, donde se inicia ese movimiento, que se proyecta más hacia la belleza del entorno urbano y que se convierte en un ícono de referencia, pues la escultura monumental se hace en un sentido con más libertad.
Esta escultura monumental en acero inoxidable, se convierte en escultura transitable, y donde ya la obra concluida pasa a ser propiedad de las comunidades, por ello mismo siempre se expondrá en espacios públicos, sin funciones prácticas: ni profanas ni religiosas. Sus funciones son meramente sensitivas artísticas y como tales demandan que signifiquemos la obra a través de nuestro yo interior: la sensibilidad.
De tal suerte que nuestra vivencia estética de la escultura monumental comienzan en el mismo momento en que hay una identificación con la obra y su significado.
Para este escultor tultepequense, la relación con el acero inoxidable es “preferencial”, y por ello decide dar a conocer las “bondades” que ofrece este material y convoca a un diálogo abierto y sin fronteras a artistas de todo el orbe, porque la identificación del artista con el material con el que trabaja, debe ir mucho más allá y cubrir aspectos tales como las significaciones culturales y políticas.
Y EN TULTEPEC NACE EL SIMPOSIO INTERNACIONAL DE ESCULTURA MONUMENTAL EN ACERO INOXIDABLE.
Retomando el concepto que los griegos tenían sobre simposio y evocando el Banquete de Platón, como un festín, una reunión, donde se discute, se valora, se examina, Hernández Urbán, decide lanzar una convocatoria, donde invita a escultores de todas las razas, creencias y sin discriminación, para intercambiar experiencias, emitir juicios y sobre todo para “crear y jugar con el acero inoxidable”.
Inicialmente este simposio, que se realiza desde 1992, experimentó con maderas y otros materiales, hasta su precursor, el acero al carbono, policromado. Son 22 años en los que ha recurrido al patrocinio tanto de entidades públicas (IMSS, Probosque, Instituto Mexiquense de Cultura, CONACULTA, Gobiernos Municipales y Estatales, etc.) como privadas (INFRA, MEXINOX, INVERSINOX, etc.) además de fundaciones, aportaciones individuales y de pequeñas empresas e instituciones privadas.
Tiempo, patrocinios y arte que han permitido la convivencia creativa de maestros de: Alemania, Argentina, Bélgica, Brasil, Bolivia, Bulgaria, Canadá, China, Chipre, Corea, Costa Rica, Croacia, Cuba, Ecuador, Egipto, España, Estados Unidos, Francia, Grecia, Guatemala, Holanda, India, Inglaterra, Italia, Japón, Luxemburgo, Nepal, Perú, Portugal, Rumania, Rusia, Tailandia, Turquía, Ucrania, Uruguay, Venezuela y, desde luego, México. Más países que en muchos foros internacionales y paneles especializados en los más diversos temas y materias.
Cabe mencionar que a la entrada del viejo pueblo de Tultepec, nos da la bienvenida una escultura, autoría de Hernández Urbán.
Y qué decir de aquélla – del mismo autor- que recibió múltiples elogios, en el 2009, en Goyán, Corea del sur, bajo el título “Amantes”, cuyo tema destaca un elemento primordial en la obra de este escultor: el erotismo.
El evento tiene tanta repercusión en todas partes del mundo, que por ejemplo, Carlos Monge, escultor mexicano, señala con mucho orgullo: “a los diferentes países a los que he viajado, siempre me preguntan por el simposio del maestro Miguel Hernández Urbán”.
Hoy más que nunca, la influencia de este encuentro de escultura monumental en acero inoxidable, se irradia hacia todo el mundo, su movimiento es vigente y transcendente y por ello el creador de este movimiento, nuestro personaje principal de esta historia, se suma al legítimo orgullo que los habitantes del “cerro del tule”, tienen al nacer y morir en este terruño del estado de México.
La vida de Miguel Hernández no sólo se enfoca a la fascinación de este artista por la libertad, por el mundo con sus emociones, sus contradicciones, donde no existe una obstinación por la fama o el reconocimiento fugaz, ni se preocupa por lo vistoso o el oropel del producto efímero o superficial, alentado por el mercachifle del arte.
Algunos símbolos son universales en la obra de nuestro personaje. Todo elemento es abstracto y todo elemento es figurativo. Así de simple, sin contradicción alguna.
El maestro Miguel Hernández Urbán deja un gran legado no sólo para México, sino para el mundo…
(16 DE DICIEMBRE DE1936 – 13 DE NOVIEMBRE DE 2017)
LA VIDA COMO OBJETO DE ARTE
Por Lic. Esperanza Badillo Godínez.
Hay gente que nace con un instinto predominante, una vocación o simplemente un deseo que despierta en cuanto empieza hablar o decir. Así es Miguel Hernández Urbán, artista plástico que nace en 1936 en Tultepec, Estado de México, en una tierra donde se forjan personas, tradiciones, movimientos musicales, que a menudo trascienden más de lo esperado, y es en ese universo, en que nuestro personaje es también un ejemplo, un símbolo, una predilección arraigadamente popular.
El maestro Miguel ha confesado, que su arte está íntimamente ligado a ese terruño, ”lugar de fuegos artificiales que son color, luz y diseño”, donde ha pasado toda su vida.
Sus recuerdos de infancia, giran en ese mundo, donde los gritos del “que va a llevar güerita”, el sabor a fruta fresca, a cebolla y ajo, llevan a esos “mercados sobre ruedas”, donde sus padres, Brígido Hernández y doña Elvira Urbán son fundadores.
Su adolescencia está marcada por un amor de juventud, hacia una mujer muy bella, comerciante como él. La timidez lo alejaba de ella y no se atrevía hablarle de sus sentimientos, hasta que un día decide escribirle una carta, y se la entrega en un viernes, día de plaza en Zumpango, donde en esas líneas manuscritas le pedía ser su novia.
A los 8 días, la doncella pretendida, le entrega la respuesta en un sobre blanco, donde le dice que sí acepta ser su novia. El entonces Miguel adolescente decide no volver a verla. ¿Por qué? Sí ella ya lo había aceptado. La razón, es que lleno de vergüenza, al darse cuenta de que lo que escribió en su misiva, había palabras tan elementales con faltas de ortografía y mala redacción, mientras que la fiel enamorada tenía una letra tan bonita con una redacción y ortografía impecable, que le valían para decirle cosas tan bellas y tan poéticas…
La anécdota anterior retrata la naciente personalidad de nuestro artista que sacrifica su primer amor en aras de la perfección.
En 1954, influenciado por la tradición musical de su pueblo, toca las puertas del Conservatorio Nacional de Música, dispuesto a ingresar, ya que tenía el sueño de llegar a ser compositor. Literalmente las puertas le cierran sus aspiraciones musicales.
Durante un paseo por el entonces barrio universitario de la ciudad de México, llega a la imponente fachada neoclásica de la Academia de San Carlos, donde ahí sí encontrará lugar para su realización como artista plástico.
Su formación está influenciada por la escuela mexicana de pintura y bajo el cobijo de grandes maestros: Ignacio Asúnzolo, Luis Ortiz Monasterio, siendo éste el iniciador de la escultura moderna en nuestro país.
Hernández Urbán se siente orgulloso de haber sido ayudante de David Alfaro Siqueiros y de José Chávez Morado. También fue alumno de pintura de Antonio Rodríguez Luna.
Su paso por la histórica Academia no fue fácil, sus compañeros lo superaban ampliamente en el dibujo. Incluso está vivo el recuerdo donde se relata que el profesor de pintura le dijo que no servía para pintor, que se olvidara del arte. Aún con esa adversidad, el comentario no hizo mella en el estado de ánimo de nuestro estudiante, pues al contrario, nació una necesidad de superarse.
En 1969, el gobierno francés le concede una beca, gracias tantito a la suerte como a la perseverancia de nuestro personaje, ya que éste veía que casi todos sus compañeros se iban becados a Francia. Surge la pregunta: ¿por qué no ir yo también?.
Así que atrevido, toma un teléfono público para hablar ni más ni menos en línea directa a la oficina del rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, el Dr. Nabor Carrillo Flores, para solicitar atentamente una carta de recomendación para la anhelada beca.
Cuál sería la sorpresa de Miguel, cuando se entera que quién le contesta es el mismo rector de la UNAM, y sobre todo al escuchar la esperada respuesta: “No puedo darle esa carta, porque usted ya se va becado a Francia”. Resulta que en ese momento el Dr. Carrillo Flores era el Presidente del Consejo de Becas en el país, y él por facultad propia así lo había decidido.
A los 33 años, Miguel Hernández emprende el viaje hacia París, y es en ese ambiente bohemio, en el vagabundeo, en las caminatas nocturnas a orillas del Sena y también en la soledad, donde se define el estilo en el proceso creativo de nuestro artista, con temas fundamentales: el amor, la mujer y el erotismo.
Muestra de ello es la escultura en acero inoxidable, intitulada “Tehuana”, que define preciso la admiración de Hernández Urbán hacia el sexo femenino. “Es un homenaje de amor y admiración hacia la mujer….hacia la mujer tehuana por su indiscutible trascendencia”.
La escultura gira entre la magia y la fantasía al son de la Sandunga del poeta Máximo Ramón Ortiz, ritmo y canto sublime que identifica a los tehuanos de la cama a la tumba.
El artista reconoce que en esa escultura ha quedado plasmada la figura de la mujer del Istmo de Tehuantepec, por su propia vestimenta única en su género y por los detalles y acabados que se mueven en la rabona, los olanes y el huipil.
Carlos Cano, cantautor nacido en Granada, ha escrito que: “ la música me dio herramientas para el amor, fuego por dentro, instinto, rebeldía, compromiso, bastón de ciego, magia, utopía, mar de sueños, transparencias, corazón, estrellas que leer, melancolía, silencio ….mientras que yo sólo puse el viento…”
Y a Miguel Hernández Urbán, ¿qué le ha dado el arte?
“La escultura y la pintura me dan alientos para buscar otros espacios de contemplación. Porque venir al mundo no es venir a sufrir trabajando, porque en un ambiente como el nuestro, al trabajo se le teme, se le ve como un castigo, porque no hacemos lo que nos gusta, si todos hiciéramos lo que nos agrada, el trabajo se convertiría en una bendición de Dios. En este sentido, la música, la plástica, deben ayudar a la imaginación. El trabajo cotidiano debemos realizarlo con alegría y placer”.
Desde esta perspectiva, la obra de este artista mexiquense está llena de una visión optimista del mundo, donde se atreve a transgredir, a explorar y a experimentar con técnicas innovadoras.
En la actualidad sus temas son abstractos, de líneas, color y textura. Plena evolución del artista que define un estilo único, que empieza con una etapa formativa, donde en la escultura se da en una solución muy simple, misma que luego se integra a la pintura, donde ya hay una solución formal del figurativo, hasta llegar a un estilo definido y propio.
Sus creaciones actuales, están lejanas de todo convencionalismo comercial, basadas en la observación de la naturaleza y del entorno social.
Paulo Coelho ha escrito que la “energía que muchos llaman amor es la materia prima con la que se construyó el universo. Es en esa energía donde reside todo nuestro aprendizaje en la vida”.
¿Cómo surge en la obra de Miguel Hernández, el amor y el erotismo?
Dejemos que nuestro autor nos dé la respuesta: “De que estoy vivo y sano, y de que te completa la relación amorosa. Tiene que ver con los placeres visual y táctil. Si hay algo que te produce un goce, es algo que quieres tocar, de lo que quieres envolverte. Eso es norma. Es vivir el amor intensamente. Como tema, ahora desarrollo, a la pareja, a la familia, al propio erotismo, que concibo como algo que se disfruta y que puedes ver. No llego - en mi obra- a la agresión formal ni temática. He pintado sexos y parejas haciendo el amor, pero lo más importante es que lo puede ver todo el mundo”.
Su obra, ha sido objeto de múltiples reconocimientos, en 1987, recibe la presea Estado de México en Artes Plásticas y apenas en el 2012, el ayuntamiento de la Ciudad de Toluca le organizó una retrospectiva de su obra, a través de la exposición 75/50, que alude a sus 75 años de vida y a sus 50 de quehacer artístico.
En esa re-visión, se da una antología muy completa, una síntesis de todos los campos explorados en la trayectoria de este pintor/escultor.
Y es en los preparativos de esta magna exposición, en el ir y venir a Toluca, cuando fortuitamente se entera que en la Comunidad de las Lajas, en el municipio de Aculco, Estado de México, una escuela primaria lleva su nombre. “Lo ignoraba por completo. No lo sabía. Cuando me enteré fue una impresión muy agradable, saber que alguien se ocupe de ti”.
El deseo de experimentar con nuevas técnicas y la concepción de Hernández Urbán sobre el quehacer de la escultura y el material que se emplea en su elaboración, hizo que la vida de este artista diera un giro.
Observador por naturaleza y sobre todo inmerso en los complejos industriales que acechan a Tultepec, nuestro escultor estudió las cualidades del acero inoxidable, para llegar a la conclusión que ese material tiene una elevada resistencia a la corrosión, y que sus componentes tienen diferentes usos: en el hogar, en la industria, en la ciudad y hasta en el arte. Ante esto, nuestro personaje decide “apropiarse de las cualidades de ese metal” para crear obras monumentales de escultura.
Durante décadas, la escultura mundial y sobre todo la escultura a nivel nacional, habían entrado en un proceso, con aportaciones y rupturas, dejando atrás las continuidades. Así en un mero examen, se encuentra que la tendencia en la escultura fue el paulatino abandono de la masa monolítica, y la inserción de un espacio real entre las masas, de planos, hasta llegar a lo que se ha dado en llamar escultura transitable, es decir aquella que se acerca a la arquitectura y sensible a la percepción corporal de los espacios abiertos, privilegiando la relación del hombre con el medio ambiente, un tema fundamental en nuestro tiempo.
Y como en la “guerra, el amor y en arte todo se vale” nuestro artista experimentó las “cualidades de este material que lo mismo refracta la luz solar, haciéndola un objeto vivo que en el día forma y juega con diferentes matices. Además es un material ligero, fácil de trasladar, resistente y maleable y con el que se pueden hacer esculturas en gran formato y se conservan intactas en el exterior. Ya que por ejemplo el acero pintado – acero al carbón – tiene formas volumétricas y geométricas que muchas veces no armonizan con el medio”.
En esa búsqueda constante por lograr su propio estilo, la escultura monumental en acero inoxidable, rompe tajante con la escultura clásica mexicana, abundante de rezagos y héroes posrevolucionarios.
Y es en Tultepec, a iniciativa de Hernández Urbán, donde se inicia ese movimiento, que se proyecta más hacia la belleza del entorno urbano y que se convierte en un ícono de referencia, pues la escultura monumental se hace en un sentido con más libertad.
Esta escultura monumental en acero inoxidable, se convierte en escultura transitable, y donde ya la obra concluida pasa a ser propiedad de las comunidades, por ello mismo siempre se expondrá en espacios públicos, sin funciones prácticas: ni profanas ni religiosas. Sus funciones son meramente sensitivas artísticas y como tales demandan que signifiquemos la obra a través de nuestro yo interior: la sensibilidad.
De tal suerte que nuestra vivencia estética de la escultura monumental comienzan en el mismo momento en que hay una identificación con la obra y su significado.
Para este escultor tultepequense, la relación con el acero inoxidable es “preferencial”, y por ello decide dar a conocer las “bondades” que ofrece este material y convoca a un diálogo abierto y sin fronteras a artistas de todo el orbe, porque la identificación del artista con el material con el que trabaja, debe ir mucho más allá y cubrir aspectos tales como las significaciones culturales y políticas.
Y EN TULTEPEC NACE EL SIMPOSIO INTERNACIONAL DE ESCULTURA MONUMENTAL EN ACERO INOXIDABLE.
Retomando el concepto que los griegos tenían sobre simposio y evocando el Banquete de Platón, como un festín, una reunión, donde se discute, se valora, se examina, Hernández Urbán, decide lanzar una convocatoria, donde invita a escultores de todas las razas, creencias y sin discriminación, para intercambiar experiencias, emitir juicios y sobre todo para “crear y jugar con el acero inoxidable”.
Inicialmente este simposio, que se realiza desde 1992, experimentó con maderas y otros materiales, hasta su precursor, el acero al carbono, policromado. Son 22 años en los que ha recurrido al patrocinio tanto de entidades públicas (IMSS, Probosque, Instituto Mexiquense de Cultura, CONACULTA, Gobiernos Municipales y Estatales, etc.) como privadas (INFRA, MEXINOX, INVERSINOX, etc.) además de fundaciones, aportaciones individuales y de pequeñas empresas e instituciones privadas.
Tiempo, patrocinios y arte que han permitido la convivencia creativa de maestros de: Alemania, Argentina, Bélgica, Brasil, Bolivia, Bulgaria, Canadá, China, Chipre, Corea, Costa Rica, Croacia, Cuba, Ecuador, Egipto, España, Estados Unidos, Francia, Grecia, Guatemala, Holanda, India, Inglaterra, Italia, Japón, Luxemburgo, Nepal, Perú, Portugal, Rumania, Rusia, Tailandia, Turquía, Ucrania, Uruguay, Venezuela y, desde luego, México. Más países que en muchos foros internacionales y paneles especializados en los más diversos temas y materias.
Cabe mencionar que a la entrada del viejo pueblo de Tultepec, nos da la bienvenida una escultura, autoría de Hernández Urbán.
Y qué decir de aquélla – del mismo autor- que recibió múltiples elogios, en el 2009, en Goyán, Corea del sur, bajo el título “Amantes”, cuyo tema destaca un elemento primordial en la obra de este escultor: el erotismo.
El evento tiene tanta repercusión en todas partes del mundo, que por ejemplo, Carlos Monge, escultor mexicano, señala con mucho orgullo: “a los diferentes países a los que he viajado, siempre me preguntan por el simposio del maestro Miguel Hernández Urbán”.
Hoy más que nunca, la influencia de este encuentro de escultura monumental en acero inoxidable, se irradia hacia todo el mundo, su movimiento es vigente y transcendente y por ello el creador de este movimiento, nuestro personaje principal de esta historia, se suma al legítimo orgullo que los habitantes del “cerro del tule”, tienen al nacer y morir en este terruño del estado de México.
La vida de Miguel Hernández no sólo se enfoca a la fascinación de este artista por la libertad, por el mundo con sus emociones, sus contradicciones, donde no existe una obstinación por la fama o el reconocimiento fugaz, ni se preocupa por lo vistoso o el oropel del producto efímero o superficial, alentado por el mercachifle del arte.
Algunos símbolos son universales en la obra de nuestro personaje. Todo elemento es abstracto y todo elemento es figurativo. Así de simple, sin contradicción alguna.
El maestro Miguel Hernández Urbán deja un gran legado no sólo para México, sino para el mundo…
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