Catálogo de brujos prehispánicos
Para nuestros antepasados el mundo oscilaba entre lo sagrado y lo profano. Gracias a su cosmovisión aquello que consideraban concerniente a los dioses –seres llenos de virtudes y defectos– debía ser tomado como suceso importante y delicado. Por medio de la relación que tejían con ellos y los sacrificios que les dedicaran a sus deidades podían salvaguardar su futuro o condenarse, por ese motivo fueron muy recelosos de los ritos y las formas para comunicarse con ellos y rendirles tributo.
De esta manera Fray Bernardino de Sahagún recuerda un rito peculiar celebrado en la fiesta de etzalcualliztli donde los sacerdotes que habían cometido errores de secuencia u omisión ritual, eran castigados severamente:
Los llevaban hasta la orilla del agua donde los habrían de zambullir, la cual llamaban Totecco. Allegados a la orilla del agua, el sátrapa y los ministros quemaban papel en sacrificio…copal… y las imágenes de ulli…y echaban incienso en el fuego. Juntamente con esto, los que llevaban los culpados los arrojábanlos en el agua…los que salían arriba, tórnabanlos a zambullir…de tal manera los fatigaban que los dejaban por muertos en la orilla del agua. Allí los tomaban sus parientes y los colgaban de los pies para que echasen afuera el agua que habían bebido, por las narices y la boca.
El término general que se usó para nombrar a los magos nahuas, a quienes se les permitiría ejercer ritos orientados a la adivinación y hechicería, fue nahualli. De ella se desprendería la palabra nahualmictia compuesta por la palabra “nahual” y “mictia” que quiere decir, “matar ocultamente”; por eso el discurso o hechizo que realizaban los nigromantes fue nombrado nahuallatoli o “lenguaje oculto” que era propio de los especialistas de la magia.
Así, fue bien conocida la categoría a la que pertenecieron los llamados nahuales quienes eran capaces de exteriorizar una de sus entidades anímicas para penetrar personas animales o cosas y solo esta categoría podía alcanzar tan virtuoso arte, de ahí que el termino pasara a tomarse como un sinónimo de mago o encantador.
Las formas de ser Brujo
Cabe destacar que las facultades para llegar a adiestrarse en los secretos de la magia náhuatl eran otorgadas a los individuos por medio de tres formas:
La primera se debía a la fecha de su nacimiento, así que los nacidos los días ce ehécatl y ce quiáhuitl estaban predispuestos a estos sortilegios, sin embargo esta determinación podía cambiar de acuerdo a la fecha de su bautismo y también la correcta observancia de la ley; la segunda fue por medio del aprendizaje riguroso y estricto; y finalmente la tercera vía que marcaba al iniciado se debía a un defecto físico congénito –que fue determinante para la elección de los curanderos– que los relacionaba con Xólotl “señor de los monstruos y los brujos” o haber estado en peligro de muerte y haber sobrevivido ya fuera a un rayo, al ahogamiento o a una enfermedad, etc.
De esta manera nos encontramos con las tipologías de brujos que debidos a su especialidad o formas de procedimiento encarnaban las fuerzas del bien y el mal:
1.- Tlacatecólotl: “el hombre búho”. Este espíritu era malévolo gracias a que se le relacionaba directamente con los búhos los cuales traían malos agüeros. Literalmente significa “persona que daña a la gente” o “dañador de gente”.
2.- Tonapouhqui: eran los lectores de los destinos, predictores de los días fastos y los nefastos. Fungían como una variación de astrónomos y hacían horóscopos de acuerdo al día del nacimiento de las personas.
3.-Tepanmizoni: “el que se sangra sobre la gente”. Este era descrito como un asesino y destructor, aquél que derramaba su sangre sobre las personas y las cosas provocando la muerte.
4.- Tlatztini: “el que ve fijamente las cosas”. Éste aprovechaba al encontrarse con las personas o las cosas que deseara para verlas fijamente y apoderarse de ellas. Para ello tenía que urdir alguna manera para encontrarse con el objeto de su deseo en algún camino y así poseerlo
5.- Tlamatocani: “el que toca las cosas”. Al poner las manos sobre algún bien este inevitablemente se perdía.
6.- Caltechtlacuiloani: “el que pinta las paredes de las casas”. El efecto de su acción era la muerte del dueño de la casa. Se cree que la pintura era sangre y que las figuras se correspondían con rayas.
7.-Tetlapanquetzqui: “el que prepara fuego para la gente”. Se describió como ése que para cometer sus maldades adornaba un palo con papel mortuorio al que ofrecía alimento durante cuatro noches seguidas. Preparaba una efigie de su víctima y al siguiente día invitaba a quien habría de hacer daño a comer con él.
8.- Teyollocuani, Tecotzcuani: “el que come el corazón de la gente” o “el que come las pantorrillas de la gente”. En el primer caso se refiere al embrujo mental que ejerce sobre su víctima y el segundo a el efecto muscular que ejerce su embrujo. Los Teyollocuani eran una especie de azote a los que se les pagaba por que no fungieran como enemigos. Se cree que Maxtla, señor de Azcapotzalco, tenía algunos de estos brujos a su servicio.
9.- Tetlachihuiani: hechicero, mago, brujo, encantador. Este deriva del verbo náhuatl tlachuihua que significa hechizar o aojar al otro y bien puede ser usado para denominar a quien fascina, encanta o embruja a alguien.
10.- Mometzcopinqui: “la que se arranca las piernas” o “la que se da golpe en las piernas” y se le atribuye un poder nocivo con sus semejantes, siempre nacidas bajo el signo de ce ehécatl y ce quiáhuitl.
11.- Tlahuipuchtli: “el sahumador”. Definido por Fray Juan Bautista como aquel brujo que andaba en las montañas echando fuego por la boca a sus enemigos los cuales enloquecían o morían gracias al susto que les causaba su aparición.
12.- Monotzale, Pixe, Teyolpachoani: “el poseedor de conjuros”, o “el que oprime el corazón de la gente”. Sahagún asegura que eran los asesinos a sueldo ataviados con la piel del ocelote.
13.- Temaepalitoti, Teamacpalitotique, Momaepalitoti, Tepopotza Cuahuique: “el que danza con la palma de la mano”, es decir, el que usa la mano de una mujer muerta en el parto para embrujar. Que son los brujos o los grupos de brujos que se reunían por las noches para profanar las tumbas de las cihuateteo, mujeres muertas durante su primer parto a las que amputaban el brazo izquierdo con el que señalaban la puerta de las casas de sus víctimas y por medio de este rito podían inmovilizar a sus habitantes para hacerles daño o violarlas y luego tomar la cena donde cometían su crimen.
14.- Moyohualitoani: es “el que acomete en la noche” o “el que ataca sexualmente a sus víctimas” que pueden ser tanto hombres como mujeres.
Y finalmente 15, la Cihuanotzqui, Xoxhihua, Cihuatlatole: “la que poseía embrujos para seducir”. El ritual para llevar acabo esta hechicería necesitaba de ciertos granos de maíz que se encuentran en las raíces de las mazorcas y que tenían como característica “las puntillas contrarias al día del nacimiento” de quien deseaban embrujar, con ellas se preparaba una bebida que junto a un conjuro, producía un cambio en los sentimientos del atacado: del amor al odio y del odio al amor.
*Imagen: La Hechicera. Manuscrito de la Biblioteca Nacional de Florencia. Códice Magliabecchi.
Bibliografía:
Disidentes y disidencias en la historia de México de Felipe Castro y Marcela Terrazas.
Cuarenta Clases de Magos del Mundo Náhuatl de Alfredo López Austin.
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